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sábado. 14.06.2025
TRIBUNA HISTÓRICO POLÍTICA

Stalin vuelve al metro de Moscú simbolizando una nostalgia del totalitarismo

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Una estatua erigida en honor a Stalin que databa de 1950 desapareció del metro moscovita cuando se remodeló la estación hacia 1966, pero ahora se ha repuesto en el mismo lugar que ocupaba. Con todo lo cuanto sucede cada día, no parece tener mucha importancia una noticia como esta. Pero quizá pueda tenerla desde una perspectiva simbólica y sea una muestra más del revival que van teniendo las figuras de ciertos dictadores, cuyo prestigio parece resurgir de sus cenizas, como si reinase cierto ambiente de nostalgia del totalitarismo. Asistimos a un revisionismo histórico empeñado en rescatar las facetas positivas de quienes fueron los timoneles del totalitarismo el siglo pasado, para lo cual se obvian unas tropelías llamadas a caer en el olvido.

A Putin le interesa sobremanera reivindicar al Stalin que salió victorioso en la Segunda Guerra Mundial. Poco importa que invadiera Polonia y los países bálticos en connivencia con Hitler o la brutal represión ejercida sobre sus compatriotas. La extinta Unión Soviética tendría un pasado glorioso que al presidente ruso le viene muy bien recuperar en plena invasión de Ucrania y recodar que Rusia es heredera de una superpotencia mundial indiscutible. Al dictador soviético se le aplicó su propia medicina y su imagen fue borrada de muchos memoriales, tal como él había suprimido la de aquellos a quienes designaba como sus adversarios políticos por no rendirle pleitesía. Pero las tornas han cambiado y se restaura su memoria ensalzando sus heroicidades.

El hecho de que Stalin haya vuelto al metro de Moscú no es algo meramente anecdótico y encaja en un amplio mosaico que delata una peligrosa deriva en la parte occidental del planeta

Otro tanto sucede con Mussolini en Italia. Ese Duce que nunca ganó una batalla y llegó al poder a lomos de una implacable violencia, es recordado con afecto por la primera ministra italiana y no son pocos los que gustan de reproducir su barroca parafernalia en unos desfiles reivindicativos del fascismo. Esto es lo que sucede igualmente con Franco. El Caudillo habría evitado una guerra civil provocándola mediante un golpe de Estado y su cruzada nacionalcatólica habría limpiado España de las hordas rojas que debían ser exterminadas. Gusta recordar a un anciano que pescaba e inauguraba pantanos, como un abuelito que supo cuidar de los españoles con un paternalismo bonachón. Incluso Hitler cuenta con sus adeptos y hay algún partido que suscribe sin tapujos el ideario del nacionalsocialismo. En definitiva, Europa se ve atravesada por una oleada neofascista y reaccionaria que añora dirigentes dictatoriales. El malestar social generado por las extremas desigualdades y un futuro incierto para las nuevas generaciones, propicia que se de crédito al mesianismo político, en detrimento de un sistema democrático que se considera débil e incapaz de resolver los problemas experimentados por la ciudadanía.

Esta tendencia se ve potenciada por una presidencia estadounidense con tintes autoritarios e incapaz de intermediar en los conflictos más acuciantes, como bien muestran las atrocidades cometidas en Gaza y los pueriles e inconstantes comentarios que hace sobre cualquier cuestión internacional. Es preocupante que mande marines a Los Ángeles y amenace con invocar la ley contra la insurrección para conferirles mando en plaza. Es insensible a las protestas que han suscitado sus redadas masivas de inmigrantes y está convencido de que su deber es evitar una invasión del territorio norteamericano, expulsando a gente que tenía su forma de vida en ese país. Tampoco es baladí que se investigue a quienes quieren estudiar en sus universidades, chequeando lo que comentan o consultan en sus navegaciones por internet, al suponer esto una intromisión en la esfera privada y una discriminación ideológica que proscribe a quienes no comulguen con su credo. 

Por lo tanto, el hecho de que Stalin haya vuelto al metro de Moscú no es algo meramente anecdótico y encaja en un amplio mosaico que delata una peligrosa deriva en la parte occidental del planeta. La historia nos muestra lo que suele pasar cuando se imponen este tipo de idearios intransigentes y la violencia pasa del plano verbal a las reyertas callejeras, dando luego lugar a represiones no exentas de crueldad. Es una pésima noticia que se reivindiquen ciertas figuras del totalitarismo, intentando convencernos de que no fueron tan malas y que además deberíamos ponernos en manos de quienes vienen a proclamarse sus herederos ideológicos. 

Stalin vuelve al metro de Moscú simbolizando una nostalgia del totalitarismo