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miércoles. 11.06.2025
TRIBUNA POLÍTICA

Alineamientos

El cinismo con el que Feijóo un día corteja a Junts y otro lo insulta, o hace lo propio con el PNV, o ahora con Vox, o mañana con otros, no revela otra cosa que la concepción del poder a cualquier precio.
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Sería ingenuo no darse cuenta de que los movimientos sísmicos que recorren La irrupción de Trump en el escenario con su orquesta de cajas destempladas está inocultablemente detrás, por ejemplo, del decidido cordón sanitario que la derecha tradicional alemana ha impuesto a los neonazis, o del tripartito que se ha formado en Austria para excluirlos. Incluso del ambiente general en Europa, donde Victor Orban se queda solo, sin sus aliados tradicionales como Eslovaquia, y no digamos Italia, en la oposición a la resistencia a Trump

El señor Feijóo está queriendo enviar el mensaje de que Vox no es un competidor, sino un aliado

En ese contexto, llama la atención la, en apariencia, decidida opción del presidente del Partido Popular -decidida en la medida en que el señor Feijóo es capaz de decidir algo, tal vez la próxima semana esté cambiando el rumbo hacia sabe dios dónde- a favor de Vox. De manera triplemente insólita, ha salido en su defensa cuando el Gobierno ha manifestado que no se iba a reunir con ellos para informar de la política europea, cosa perfectamente natural no solo por el cordón sanitario que el PSOE ha establecido con claridad, sino porque todo lo que se les dijera terminaría directamente en manos de sus amistades del otro lado del Atlántico.

Digo que de manera triplemente insólita porque ya es insólito que un partido político salga de ese modo en defensa de otro -lo normal suele ser que cada uno se las arregle solo-, porque rompe la tendencia general del partido popular europeo, al que se supone que el PP pertenece, y porque, además, es realmente curioso que un partido político salga en defensa de su principal competidor en el ámbito electoral interno.

A no ser que el señor Feijóo esté queriendo enviar el mensaje de que Vox no es un competidor, sino un aliado. Es decir, a no ser que el señor Feijóo haya renunciado por completo a la idea de que su partido sea hegemónico en el ámbito de la derecha, y pueda gobernar solo en España como lo hace en Andalucía. O a no ser, directamente, que no quiera gobernar solo. Que prefiera hacerlo en compañía de Vox.

Ya hemos dicho en otras ocasiones que los tumbos del señor Feijóo no solo responden a su carácter desorientado e indeciso, o a su concepción táctica de la política, sino que siempre expresan corrientes profundas. El cinismo con el que un día corteja a Junts y otro lo insulta, o hace lo propio con el PNV, o ahora con Vox, o mañana con otros, no revela otra cosa que la concepción del poder a cualquier precio que anima a una parte -una parte importante- de la derecha española. A tal punto que, como puede verse, en materia sanitaria, si le dan a elegir, prefiere la infección a la cuarentena. Conviene no olvidarlo. 

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