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Su propósito es el de tumbar al gobierno legítimo de España, forzar la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales, para formar un gobierno de la derecha y la ultraderecha.
Sus métodos también son transparentes. Se trata de generar un clima de colapso institucional y de aparente ingobernabilidad. Consiste en alarmar y meter miedo en la opinión pública para justificar la adopción de medidas de carácter excepcional, como el final abrupto de la legislatura.
Hacen llamamientos desde gobiernos autonómicos, como el de Madrid, a la Guardia Civil, a las empresas, a los medios de comunicación y a la ciudadanía en las calles para “combatir al gobierno mafioso de Sánchez”
Las armas tampoco son nuevas o muy originales. Hacen uso de la desinformación, de los bulos y de las mentiras directas. Construyen relatos falsos sobre la realidad del país y multiplican su difusión gracias a los recursos ingentes que proporciona la utilización espuria del dinero público y las aportaciones de poderosos intereses privados.
Con esto, y la suficiente falta de escrúpulos, arman la guerra sucia contra el Gobierno y contra el sistema democrático.
Hay precedentes cercanos y lejanos en el tiempo. La Transición Democrática hubo de responder a varias estrategias de desestabilización, como la que culminó con el intento de golpe de Estado en 1981. En los años noventa, el sindicato del crimen “rozó la estabilidad del Estado para echar a González”, como reconoció uno de sus integrantes, Luis María Ansón. Mucho antes, en los años treinta, las estrategias de desestabilización dieron pie al levantamiento fascista, la guerra civil y una dictadura de 40 años.
Las estrategias de desestabilización de la democracia en España coinciden, además, con una ofensiva a escala global de la ultraderecha, que amenaza los sistemas de garantías de derechos y libertades en todo el mundo, buscando la instauración de regímenes autoritarios, antieuropeos, xenófobos, machistas y negacionistas de la ciencia, del cambio climático y de la violencia de género.
Atacan al Presidente y a su familia con falsos casos de corrupción, que judicializan y convierten en espectáculo permanente de cabeceras y platós cómplices
Los episodios que vienen emitiendo son de conocimiento general.
Atacan al Presidente y a su familia con falsos casos de corrupción, que judicializan y convierten en espectáculo permanente de cabeceras y platós cómplices.
Deslegitiman la mayoría parlamentaria que sostiene al gobierno, tachando falsamente de terroristas o corruptos a algunos de sus componentes.
Boicotean las votaciones de interés general en el Congreso de los Diputados, sean los Estados de Alarma que salvan vidas, sea la dignificación de las pensiones o sea la protección de empresas y trabajadores ante la guerra arancelaria de Trump.
Hacen uso contrario a la Constitución de los gobiernos autonómicos para ejercer la oposición al ejecutivo central, incumpliendo obligaciones legales
Mal utilizan el Senado, con reformas inconstitucionales de su Reglamento incluidas, como caja de resonancia para la guerra sucia contra el gobierno, incluyendo oscuros episodios de espionaje en los ordenadores de la oposición.
Hacen uso contrario a la Constitución de los gobiernos autonómicos para ejercer la oposición al ejecutivo central, incumpliendo obligaciones legales, como el control de rentas de alquiler, y obligaciones morales, como la atención a los niños y niñas migrantes.
Descalifican las resoluciones del Tribunal Constitucional cuando no les favorecen, tachando de “cáncer” al máximo árbitro de nuestro sistema democrático.
Boicotean los intereses de España en el Parlamento Europeo, en el Consejo de Europa y en cualquier foro internacional al que tienen , arriesgando la llegada de fondos vitales o la aplicación de medidas claves para la economía
Practican la táctica de la tierra quemada contra cualquier institución democrática, de la Fiscalía General del Estado a Correos, pasando por el Banco de España o el Centro de Investigaciones Sociológicas, intentando hurtarles la confianza ciudadana.
Boicotean los intereses de España en el Parlamento Europeo, en el Consejo de Europa y en cualquier foro internacional al que tienen , arriesgando la llegada de fondos vitales o la aplicación de medidas claves para la economía y el empleo, como la excepción ibérica en el mercado energético.
Hacen llamamientos desde gobiernos autonómicos, como el de Madrid, a la Guardia Civil, a las empresas, a los medios de comunicación y a la ciudadanía en las calles para “combatir al gobierno mafioso de Sánchez”.
No puede volver a salirles bien.
Para frustrar estas estrategias de desestabilización y defender la democracia hay que hacer tres cosas, al menos.
Desenmascarar a sus autores, a sus intenciones y a sus métodos. Emprender reformas institucionales contra la desinformación, contra la dinámica de los bulos, contra las acciones judiciales abusivas, en defensa de derechos y libertades. Y sumar en 2027 una gran mayoría progresista que les pare los pies y permita seguir avanzando en democracia, en igualdad y en justicia social.