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jueves. 12.06.2025
TRIBUNA

Fútbol y posfascismo a la española: 'el Real Madrid ens roba'

Como es bien sabido, toda actividad especulativa se fundamenta en la formalización de las previsiones deseadas hasta que éstas pueden hacerse pasar por proyecciones.

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En principio, el fútbol no es más que un juego, por lo que lo normal sería empezar recordando la intrascendencia de que tal o cual equipo gane este trofeo o aquel otro de más allá. Sin embargo, a estas alturas nadie tiene dudas de que la realidad del fútbol profesional masculino cabría en el argumentario de una canción de Ska-P: se trata, ya se lo saben, de un negocio, una mafia, una mastodóntica maquinaria especulativa. Este último punto complica algo la cosa, pues la especulación, en España lo sabemos bien por más que no aprendamos, se lleva mal con la imprevisibilidad que, en principio, caracteriza a todo juego. Quien especula trata de hacerlo sobre la seguridad de que se va a forrar, faltaría más. Alguien, pues, tiene que encargarse en primera instancia de convertir lo imprevisible en previsible y, en segunda, de dotar a las previsiones de la consistencia necesaria para que pueda ser empaquetada como producto de primera necesidad. Y ese actor, qué duda cabe, es el periodismo. En esta tesitura, lo confieso, me lo paso bomba poniéndome en diferido las derrotas del Real Madrid en el canal de Youtube de Carrusel Deportivo, parece aquello un velatorio, ya puede jugar contra el Valencia (el del Turia, no el del Ródano) que sus periodistas no renuncian a desempeñarse con menos imparcialidad que en Radio Betis.

Como es bien sabido, toda actividad especulativa se fundamenta en la formalización de las previsiones deseadas hasta que éstas pueden hacerse pasar por proyecciones. Allanan desde luego el camino las disciplinas académicas proclamadas, rictus sesudos mediante, centros oficiales de interpretación del futuro, ya se llamen sociología, publicidad (sic) o ciencias económicas (sin dejar de reconocer en la pedagogía el culmen del despropósito en la ciencia social), habida cuenta que sus herramientas astrológicas llevan décadas, incluso algún siglo, exhibiendo poca fiabilidad. Así, sin olvidar que, en todos los ámbitos de la vida, los vaticinios suelen esconder o sacar a relucir deseos, la proyección de goles atribuida a tal joven da vida (ya técnicamente) a una burbuja, dentro de la cual, millón arriba o abajo, podrían tener cabida actividades tan nobles como el blanqueo de capitales o la recalificación de terrenos. Quien paga, lógicamente, más que querer, necesitará que los goles entren, aunque sea de penalti. En ese contexto, la palabra “deporte” es ya una hipérbole. 

Considero el fútbol profesional de hombres en general y el Real Madrid en particular, una auténtica escuela de desigualdad que merece la pena combatir democráticamente

Ante este panorama, no es de extrañar que países con problemas significativos de corrupción como Turquía, Grecia, España o Italia tengan ligas importantes, fórmula de “éxito” que incluso en su momento se extendió a otros deportes, como el baloncesto masculino (se me viene a la cabeza el pastizal que movían Olympiakos o Panathinaikos ya en los 90). El fútbol profesional de mujeres es sin duda otro de esos intentos. 

Tampoco se le escapa a nadie que esto no va tanto de gastar como de amortizar, y que ello depende de contratos televisivos y publicitarios, por lo que lo fundamental es perdurar en las competiciones que dan dinero (la Champions), para las que, antes que nada, hay que clasificarse en Liga entre los cuatro primeros (cinco a partir de esta temporada): en efecto, desde la 2004/2005 dos de esos cuatro puestos los ocuparon siempre Real Madrid y Barcelona siendo campeón y subcampeón uno y otro (salvo en la 2007/2008 en que el Barcelona fue tercero), hasta que en la 2012/2013 se sumó también el Atlético de Madrid. No sé cómo lo consiguen, pero desde luego parece compatible con lo que me dijo hace unos meses un entrenador de fútbol profesional masculino: “ponerse a ver un partido es como sentarse a disfrutar de una película: en ambos casos se trata de ficción”. 

En este ecosistema estamental compuesto por equipos cortijo, equipos comparsa y equipos ascensor, los continuos atracos (deportivos) del Real Madrid tienen todo el sentido del mundo. Es verdad que el Barcelona pagó infamemente 8 millones de euros a Enríquez Negreira, vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros entre 1994 y 2018, y que por supuesto se irá de rositas. Pero es que el Real Madrid se afana además en la puesta en escena. Pasa un poco como con los casos de corrupción del PP, los lees uno detrás de otro y te sale un disco de rap en directo, con sus bises y todo. Sin ir más lejos, para llegar a esta última final de Copa del Rey tuvieron antes que atracar obscena (y deportivamente) al Celta, amén de que debieron jugar sin Mbappé, quien semanas atrás propinó a un compañero de profesión una patada -calificada como criminal Vinicius, en su caso por la nimiedad de abofetear a un rival). 

Pero es que el currículum con el que algunos llegaron a la final de Copa por méritos en el campo o en torno a él es impresionante: el energúmeno de Rüdiger dedicó hace mes y medio un gesto de rebanar el cuello a seguidores del Atlético en Champions (indultado); a mediados de febrero, Bellingham le soltó un “que te jodan” en inglés a un árbitro en Liga (convertido en la postproducción en un “vete a la mierda”, con resultado de sanción mínima); Valverde hace ahora un par de años fue a buscar a un compañero del Villarreal al parking del Bernabéu para soltarle un gancho de derecha (impune); last pero no least, Carvajal, cuñado de España y por lo menos de las Dos Sicilias (aunque no jugó), esperó hace un par de semanas en el descanso de un partido de Champions a un rival para reprenderle por la técnica empleada para el lanzamiento de un penalti. De estos cuatro, sólo el tercero no la lio de nuevo en la final de Copa, siendo (tímidamente) sancionado por ello sólo el primero. 

En este ecosistema estamental compuesto por equipos cortijo, equipos comparsa y equipos ascensor, los continuos atracos (deportivos) del Real Madrid tienen todo el sentido del mundo

Los méritos extradeportivos de otros integrantes del señorial plantel madridista tampoco van a la zaga de estos enumerados: la Fiscalía pide casi 5 años de prisión para Carlo Ancelotti por fraude fiscal, mientras que la Audiencia de Las Palmas insistió no hace ni dos meses en imputar a Raúl Asencio por la difusión del vídeo sexual de una menor, al entender que existen indicios racionales de criminalidad que pesan sobre el jugador. Todo el mundo tiene tan claro que ninguno pisará la cárcel, que este último, sin contrato profesional hasta entonces, ha sido proyectado millonario por su club con un nuevo contrato hace algo más de un mes. Todo un espaldarazo en un país, conviene no olvidar, en el que existen precedentes muy recientes del dinero de los futbolistas como atenuante para los delitos sexuales

Desde luego, pocas organizaciones legales conocidas al margen del PP concentran tantos líos de los que salir indemne (porque entenderán que esas sanciones económicas son calderilla para esta gente). Hasta el punto de que considero hasta indulgente que en algunas de las refinadas tertulias de Forocoches se refieran al Real Madrid como “el Trampas”, quizá pareciera más ajustado algo así como “el cártel de Chamartín”. Y, en efecto, si se tratara principalmente de un juego, tendría su gracia observar lo que es capaz de hacer una persona adulta para hacer comulgar con ruedas de molino a otra provista de un silbato. 

Pero en gente e instituciones que concentran tamaño poder social, económico, simbólico, y que en sociedades libres y democráticas acaban deviniendo modelos para la socialización con capacidad para poner en jaque a aquéllos promovidos por las instituciones educativas, estos comportamientos y actitudes habrían de situarse en lo que Jürgen Habermas llama “acción dramatúrgica”, amén de catalogarse como amenazas a la democracia. Porque cuando un actor, ya sea individual o una organización, se permite exhibir públicamente el incumplimiento de las normas que, oficialmente, le unen al resto, no lo hace porque se crea impune sino porque necesita afirmar una impunidad oficiosa, es decir, necesita mostrarse como parte integrante de esa sociedad unida por normas para que puedan percibirse, por contraste, esos privilegios, explicándose éstos por algún tipo de esencia. 

De igual modo actúa la extrema derecha, presentándose como esencia al ser poseedora única de la verdad revelada (y no deliberada), afirmando su impunidad tras desprenderse de la necesidad de dar argumentos: así, humillan a mujeresensucian la memoria democrática, incluso desprecian las querellas de juristas de reconocidísimo prestigio contra el rey comisionista (por cambiar de calificativo) por robar al pueblo al que pedía que se abrochase el cinturón; partidos golpistas llaman terroristas a partidos democráticos como Bildu, o, lo que es peor, gente de a pie, desde fuera de las instituciones políticas y de la política orgánica, hace suyas estas verdades reveladas, contribuyendo a colonizar los espacios de la vida cotidiana, que son más extensos conforme las sociedades son más libres. 

Estos últimos son espacios especialmente permeables al fútbol como institución. Por eso, considero el fútbol profesional de hombres en general y el Real Madrid en particular, una auténtica escuela de desigualdad que merece la pena combatir democráticamente.

Fútbol y posfascismo a la española: 'el Real Madrid ens roba'