
El culmen de la conflictividad vinculada a las subsistencias, pero tambiƩn a otras causas mƔs complejas, tuvo lugar a mediados del siglo XVIII con los motines del aƱo 1766
En un artĆculo anterior estudiamos la conflictividad social en las ciudades en la Ć©poca de los Austrias y aludimos a cómo a partir de la segunda mitad del siglo XVII aumentaron las agitaciones cuyas causas tenĆan que ver con las crisis de subsistencia frente al mayor protagonismo anterior de las motivaciones fiscales. Pues bien, el culmen de la conflictividad vinculada a las subsistencias, pero tambiĆ©n a otras causas mĆ”s complejas, tuvo lugar a mediados del siglo XVIII con los motines del aƱo 1766 y que vamos a abordar en este artĆculo.
En el aƱo 1766 estalló el conocido como motĆn de Esquilache, pero ademĆ”s otros motines en unas setenta localidades, lo que demuestra la magnitud de la protesta en pleno despotismo ilustrado. Este fenómeno no podĆa dejar indiferente a la historiografĆa. Existen dos grandes interpretaciones sobre estos alborotos. Una primera ve en los disturbios y amotinamientos la mano de sectores opuestos al reformismo intenso de la primera fase del reinado de Carlos III, y que ejemplificarĆa el ministro italiano Esquilache. En contraposición, otros consideran que estarĆamos hablando de prototĆpicos motines de subsistencia. En realidad, ambas interpretaciones aciertan pero conviene matizar. El motĆn madrileƱo, acontecido entre el 23 y el 25 de marzo, obedecerĆa mĆ”s a la primera interpretación, es decir a la manipulación popular de sectores polĆticos contrarios al reformismo, sin olvidar el problema de la subida de precios. Pero los motines de abril en muchas ciudades y pueblos espaƱoles tuvieron mĆ”s que ver con cuestiones de subsistencia.
En la primavera de 1766, justo en los meses previos a la cosecha, hubo una gran escasez de trigo con la consiguiente subida de precios que en ese aƱo fue especialmente importante. Pero en este caso, ademĆ”s, habĆa otro factor. El gobierno ilustrado habĆa establecido una serie de medidas de liberalización económica, como la abolición de la tasa de granos por una Real PragmĆ”tica de 1765. Los ilustrados buscaban fomentar un mercado libre y no seguir con la tradicional intervención en los precios del cereal, polĆtica seguida por el poder para evitar que subiera el precio del pan y evitar conflictos. Esta fue la principal motivación para la mayorĆa de los motines. En Madrid se complicó con el asunto de la protesta contra la presencia de extranjeros en el poder como el famoso Esquilache. AsĆ pues, en la Villa y Corte los amotinados ademĆ”s de pedir la rebaja de los precios de los productos bĆ”sicos comestibles, exigieron la caĆda del italiano y que desaparecieran los extranjeros de la istración. Los amotinados del resto de las ciudades, que eran jornaleros, labradores modestos, artesanos y desocupados, se centraron en protestar por los precios altos contra las autoridades locales y los acaparadores de grano, que con sus acciones contribuĆan a aumentar de forma artificial aĆŗn mĆ”s los precios. Reclamaban la vuelta a la tasa, a precios bajos controlados. Conviene seƱalar que algunos lugares de seƱorĆo, especialmente en Valencia, estos motines se complicaron con protestas antiseƱoriales.
El resultado de los motines fue variado. En Madrid, el monarca, muy asustado por lo que habĆa ocurrido a las mismas puertas de su palacio, optó por retirar del poder a Esquilache, y nombrar nuevos responsables. En realidad, el motĆn de Esquilache puede ser considerado un punto de inflexión en el reinado de Carlos III, ya que, a partir de entonces, ademĆ”s de espaƱolizar completamente la istración, se optó por un reformismo mĆ”s templado. Por otro lado, tambiĆ©n se tomaron medidas represivas, ya que para el absolutismo era impensable aceptar rebeliones. Algunas de las medidas de reforzamiento del control de la población, con creación de algunas nuevas instituciones, tienen que ver con el pĆ”nico que la Corona tenĆa a las revueltas urbanas y mucho mĆ”s en la propia sede de la Corte. Pero tambiĆ©n se tuvieron en cuenta alguna de las demandas, como hemos comprobado en la destitución de Esquilache. En este sentido, se tomaron medidas en algunas localidades donde se comprobó la existencia de abusos cometidos por autoridades y acaparadores. AdemĆ”s, es importante destacar que el despotismo ilustrado creó dos nuevos cargos municipales encargados de velar por los intereses populares, el sĆndico personero y el diputado del comĆŗn. TambiĆ©n se procedió al reparto de tierras baldĆas y de los Concejos para aliviar las tensiones y permitir el a la propiedad a jornaleros.