
Se le llamaba la Orden del Templo y sus son conocidos como caballeros templarios. Fue la Orden militar cristiana mƔs poderosa en la Edad Media. Se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos.
INICIOS
Nos situamos entre finales del siglo XI e inicios del siglo XII, cuando empiezan a ser controladas las invasiones musulmanas y vikingas, bien por vĆa militar, bien por asentamiento. Comienza en la Europa occidental una etapa expansiva. Aumentó la producción agraria y en consecuencia el crecimiento de la población. Asimismo, el comercio experimentó un nuevo renacer, al igual que las ciudades, desarrollĆ”ndose los medios de comunicación terrestres y marĆtimos.
La autoridad religiosa, matriz comĆŗn en toda Europa y Ćŗnica visible en los siglos anteriores, habĆa logrado introducir en el belicoso mundo medieval ideas como la paz de Dios o la tregua de Dios, que dirigĆan el ideal de caballerĆa hacia la defensa de los dĆ©biles.
ExistĆa un arraigado y exacerbado sentimiento religioso que se manifestaba en las peregrinaciones a los lugares santos, habituales en la Ć©poca. A principios del siglo XI, Roma fue paulatinamente sustituido, como lugar tradicional de peregrinación, por Santiago de Compostela y JerusalĆ©n.
Estos nuevos destinos no estaban exentos de peligros y obstĆ”culos, como salteadores de caminos o los fuertes tributos que se hacĆan pagar a los seƱores locales. El sentimiento religioso, unido a la esperanza de aventuras y fabulosas riquezas en Oriente, sedujo a muchos peregrinos.
El Papa Urbano continuó con las reformas de la Iglesia de su predecesor, Gregorio VII. La petición de ayuda realizada por los bizantinos, junto con la caĆda de JerusalĆ©n en manos turcas, propició que en el Concilio de Clermont Ferrand, de noviembre del aƱo 1095, Urbano II expusiera ante una gran audiencia, los peligros que amenazaban a los cristianos occidentales y las vejaciones a las que se veĆan sometidos los peregrinos que viajaban a JerusalĆ©n. La expedición militar propuesta por Urbano II pretendĆa tambiĆ©n rescatar esta ciudad de manos musulmanas.
La Orden de Calatrava, el gran poder
Las recompensas espirituales prometidas, junto al deseo de riquezas, hicieron que prĆncipes y seƱores respondiesen pronto al llamamiento del pontĆfice. La Europa cristiana se movió con un ideario comĆŗn bajo el grito de Ā”Dios lo quiere!, frase que encabeza el discurso del Concilio de Clermont, en el que Urbano II convocó la primera cruzada.
Dicha expedición militar culminó con la conquista de JerusalĆ©n en el aƱo 1099 y con la constitución de territorios latinos en la zona: los condados de Edesa y TrĆpoli, el principado de AntioquĆa y el reino de JerusalĆ©n, donde Balduino I asumió, ya en ese aƱo, el tĆtulo de rey.
FUNDACIĆN
Creado el reino de Jerusalén y elegido Balduino I como su segundo rey, tras la muerte de su hermano Godofredo de Bouillón, algunos de los caballeros que participaron en la Primera cruzada decidieron quedarse a defender los Santos Lugares y a los peregrinos cristianos que viajaban a ellos.
Balduino I necesitaba organizar el reino y no podĆa dedicar muchos recursos a la protección de los caminos, ya que no contaba con las tropas suficientes para hacerlo.
Balduino abandonó la mezquita y sus alrededores donde tenĆa la sede su gobierno y se instaló en la Torre de David. Todas estas instalaciones abandonadas por Balduino I pasaron a mano de los templarios, que de esta manera adquirieron no solo su cuartel general, sino su nombre.
Los templarios fueron fundados entre los años 1118 y 1119 por nueve caballeros ses liderados por Hugo de Payns tras la primera cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista.
El rey Balduino se ocupó de escribir cartas a los reyes y prĆncipes mĆ”s importantes de Europa a fin de que prestaran ayuda a la reciĆ©n nacida Orden. Ćsta fue reconocida por el Patriarca latino de JerusalĆ©n, Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro. Esta regla es conocida como Regla latina.
Fue aprobada su constitución por la Iglesia Católica en el aƱo 1129, durante el Concilio de Troyes. La Orden del Templo creció rĆ”pidamente en tamaƱo y poder. Los caballeros templarios tenĆan como distintivo un manto blanco con una cruz ancorada roja sobre Ć©l.
La Orden militar de Santa MarĆa de Montesa y San Jorge de Alfama
Los templarios vivĆan bajo la regla de San AgustĆn, que en el concilio se sustituyó por la Regla Cisterciense. La regla primitiva constaba de un acta oficial del concilio y de un reglamento de 75 artĆculos, entre los que figuran algunos como:
ArtĆculo X: Del comer carne en la semana. En la semana, si no es en el dĆa de Pascua de Natividad, o Resurrección, o festividad de Nuestra SeƱora, o de Todos los Santos, que caigan, basta comerla en tres veces, o dĆas, porque la costumbre de comerla, se entiende, es corrupción de los cuerpos. Si el martes fuere de ayuno, el miĆ©rcoles se os dĆ© con abundancia. En el domingo, asĆ a los caballeros como a los capellanes, se les dĆ© sin duda dos manjares, en honra de la santa Resurrección; los demĆ”s sirvientes se contenten con uno y den gracias a Dios.
DespuƩs de recibir la regla bƔsica, cinco de los nueve integrantes de la Orden, encabezados por Hugo de Payens, viajaron primero por Francia y despuƩs por el resto de Europa, para recoger donaciones y alistar caballeros en sus filas.
Se dirigieron inicialmente a sus lugares de procedencia, en la certeza de que serĆan aceptados y asegurĆ”ndose cuantiosas donaciones. Consiguieron reclutar en este viaje y en poco tiempo cerca de trescientos caballeros, sin contar escuderos, hombres de armas y pajes.
Las Bulas āOmne Datum Optimunā del aƱo 1139, āMilites Optimunā del aƱo 1144 y āMilitia Deiā del aƱo 1145, confirmaron los privilegios de la Orden. Por ellas, se otorgaban a los caballeros templarios una autonomĆa formal y real respecto de los obispos y quedaban sujetos tan solo a la autoridad papal.
Los excluĆan de la jurisdicción civil y eclesiĆ”stica, les permitĆan tener sus propios capellanes y sacerdotes pertenecientes a la Orden y les otorgaron el poder de recaudar bienes y dinero a travĆ©s de diversas formas.
TenĆan derecho de óbolo [1] que eran las limosnas que se entregaban en todas las iglesias una vez al aƱo. Estas bulas papales les daban derecho sobre las conquistas en Tierra Santa y les concedĆan atribuciones para construir fortalezas e iglesias propias, lo que les reportó gran independencia y poder.
Se redactaron los estatutos jerĆ”rquicos en el aƱo 1167 y una especie de reglamento que desarrollaba artĆculos de la regla y regulaba aspectos necesarios que no habĆan sido tenidos en cuenta por la regla primitiva. Por ejemplo, la jerarquĆa de la Orden, detallada relación con la vestimenta, vida conventual, militar y religiosa o deberes y privilegios de los hermanos templarios. Consta de mĆ”s de 600 artĆculos, divididos en secciones.
Su nĆŗmero aumentó de manera significativa al aprobarse la regla, y ese fue el inicio de la gran expansión de los templarios. Unos cincuenta aƱos despuĆ©s de su fundación, los caballeros de la Orden del Templo se extendĆan ya por tierras de las actuales naciones de Francia, Alemania, Reino Unido, EspaƱa y Portugal. Su expansión territorial contribuyó a incrementar enormemente su riqueza, la mayor en todos los reinos de Europa.
La caĆda de Acre
Los templarios participaron de forma destacada en la II Cruzada, durante la cual protegieron al rey Luis VII de Francia luego de sus derrotas ante los turcos. Hasta tres grandes Maestres cayeron presos en combate en un periodo de treinta aƱos: Bertrand de Blanchefort en el aƱo 1157, Eudes de Saint Amand y Gerard de Ridefort en el aƱo 1187.
Las derrotas ante el sultÔn de Egipto, Saladino los hicieron retroceder. El cuatro de julio del año 1187, en la batalla de los Cuernos de Hattin que tuvo lugar en Tierra Santa, al oeste del mar de Galilea, el ejército cruzado formado principalmente por contingentes templarios y hospitalarios a las órdenes de Guido de Lusignan, rey de Jerusalén, y de Reinaldo de Chatillon, se enfrentó a las tropas de Saladino.
Sufrieron una gran derrota, en la que el gran Maestre de los templarios GĆ©rard de Ridefort cayó prisionero y perecieron muchos templarios y hospitalarios. Saladino tomó posesión de JerusalĆ©n y terminó con el reino que habĆa fundado Godofredo de Bouillón.
La Orden Militar de Santiago
Sin embargo, la presión de la III Cruzada y las gestiones de Ricardo Corazón de León lograron un acuerdo con Saladino para convertir Jerusalén en una especie de ciudad libre para el peregrinaje.
Tras la caĆda de Acre en el aƱo 1291, con los Ćŗltimos templarios luchando junto a su maestre, Guillermo de Beeaujeu, constituyó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa. Los templarios se retiraron a Chipre, isla de su propiedad tras comprarla a Ricardo Corazón de León, pero que hubieron de devolver al rey inglĆ©s ante la rebelión de los habitantes.
La convivencia de templarios y soberanos en Chipre fue incómoda hasta tal punto que la Orden participó en la revuelta palaciega que destronó a Enrique II de Chipre para proclamar a su hermano Amalarico. Esto permitió a la Orden sobrevivir en la isla hasta varios años después de su disolución en el resto de la cristiandad.
SU VESTIMENTA
Fue el veintisiete de abril del aƱo 1147, cuando el Papa Eugenio III, que estaba presente en Francia cuando partĆa la II Cruzada, asistió al capĆtulo de la Orden celebrado en ParĆs. Concedió a los templarios el derecho a llevar permanentemente una cruz sencilla, pero ancorada o patĆ©, que simbolizaba el martirio de Cristo.
El color autorizado para tal cruz fue el rojo, que era el sĆmbolo de la sangre vertida por Cristo, asĆ como tambiĆ©n de la vida. El voto de cruzada se acompaƱaba de la cruz, que debĆa llevarse permanentemente y simbolizaba la persistencia del voto de cruzada de los templarios.
La cruz estaba colocada sobre el hombro izquierdo, encima del corazón. Los caballeros llevan la cruz sobre el manto blanco, sĆmbolo de pureza y castidad. Los sargentos, sobre el manto negro o pardo, sĆmbolo de fuerza y valor. AsĆ mismo, el pendón del Temple, que recibe el nombre de baussant o bauceant, significa semipartido, ya que tambiĆ©n incluĆa estos dos colores, el blanco y el negro.
DESARROLLO EN LA PENĆNSULA IBĆRICA
La Corona de Aragón
La Orden comienza su implantación en la zona oriental de la PenĆnsula IbĆ©rica en la dĆ©cada del aƱo 1130. El conde de Barcelona, Ramón Berenguer III, pide ingresar en la Orden en el aƱo 1131. El testamento de Alfonso I de Aragón cede su reino a los templarios en el aƱo 1134, junto a otras órdenes, como los hospitalarios o la del Santo Sepulcro.
Este testamento serĆa revocado. Posteriormente, los nobles aragoneses, disconformes, entregaron la corona a Ramiro II. Este tuvo que hacer numerosas concesiones a las órdenes para que renunciaran, tanto a las tierras como a sus derechos comerciales.
Ramón Berenguer IV alcanzó un acuerdo con los templarios por medio de la concordia de Gerona, en el año 1143. Por ella, recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera, BarberÔ, Remolins y Corbins, junto con la Orden militar de Belchute.
Les favorecĆa con donaciones de tierras y con derechos sobre las conquistas, asĆ recibĆan un quinto de las tierras conquistadas, el diezmo eclesiĆ”stico [2], parte de las parias [3] cobradas a los reinos taifas [4]. SegĆŗn estas condiciones, cualquier paz o tregua tendrĆa que ser consentida por los templarios, y no solo por el rey.
La Orden se enriqueció con numerosas donaciones de padres que no podĆan dar un tĆtulo nobiliario mas que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiĆ”sticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas.
Las órdenes militares en la Edad Media
Debido a su participación en las conquistas del sur, los templarios recibieron en el aƱo 1148, tierras en Tortosa, de la que quedaron como seƱores, tras comprar las partes del prĆncipe de Aragón y conde de Barcelona y de los genoveses. Se quedaron en Gardeny y Corbins en Lleida. Los templarios recibieron Miravet en el aƱo 1153, con una estratĆ©gica situación sobre el rĆo Ebro.
Los templarios se convirtieron en custodios de Jaime I el Conquistador, heredero a la corona, en el castillo de Monzón, el cual contó con apoyo templario en su campaƱa de Mallorca, donde recibirĆan un tercio de la ciudad, asĆ como otras concesiones en ella, y en Valencia donde de nuevo recibieron un tercio de la ciudad.
Los templarios se mantuvieron fieles al rey Pedro III de Aragón, permaneciendo a su lado durante la excomunión que sufrió a raĆz de su lucha en Italia contra los angevinos [5] de Francia.
Finalmente, se asentaron en Aragón gracias a la absorción de la Orden del Santo Redentor, de Teruel, en el aƱo 1196, que a su vez se habĆa beneficiado de la disolución de la Orden de Monte Gaudio en el aƱo 1188.
La Corona de Castilla
Los templarios ayudaron a repoblar zonas conquistadas por los cristianos, creando asentamientos en los que edificaban ermitas bajo la advocación de mÔrtires cristianos.
Ante la invasión almohade, los templarios lucharon en el ejĆ©rcito cristiano, venciendo en la batalla de las Navas de Tolosa del aƱo 1212. Colaboraron en la conquista de Murcia en el aƱo 1265, que se habĆa levantado en armas. Recibieron Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, el castillo de Murcia y Caravaca como recompensa.
Castillo templario de Ponferrada
Portugal
Los templarios serĆan una Orden bien asentada en Portugal. Entran en tiempos de la condesa Teresa de León, de la que reciben el castillo de Soure, en el aƱo 1127, a cambio de su colaboración en la Reconquista.
Reciben el castillo de Longroiva, en el aƱo 1145, por su ayuda a Alfonso Henriques en la toma de Santarem. Reciben el castillo de Cera en el aƱo 1147, cerca de Tomar, que se convertirĆa en su sede regional.
Tras la Bula Papal ordenando su disolución, los reyes portugueses cambiaron el nombre de la orden en Portugal por el de Orden de Cristo, aunque con sustanciales diferencias respecto a la Orden del Templo original, sobre todo en cuanto a regla, votos y forma de elección de los cargos.
FINAL DE LOS TEMPLARIOS
El último Gran Maestre, Jacques de Molay, se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes militares bajo un único rey, a pesar de las presiones papales.
El seis de junio del año 1306 fue llamado a Poitiers por el Papa Clemente V para un último intento, tras cuyo fracaso, el destino de la Orden quedó sellado. Felipe IV de Francia convenció al Papa Clemente V, fuertemente ligado a Francia, de que iniciase un proceso contra los templarios.
El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa supuso pues la desaparición de los apoyos a la Orden. AdemÔs, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza.
El rey Felipe IV de Francia que se encontraba fuertemente endeudado con la Orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al Papa Clemente V, para que tomara medidas contra sus integrantes.
Un gran nĆŗmero de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera en el aƱo 1307. Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la Orden en el aƱo 1312. Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas de los caballeros templarios que han mantenido vivo hasta nuestros dĆas.
Recientemente, el veinticinco de octubre del aƱo 2007, los responsables del Archivo Vaticano publicaron el documento āProcessus contra Templariosā, que recopila el Pergamino de Chinon [6], o las actas de exculpación de la Santa Sede a la Orden del Templo, precisamente el aƱo en que se conmemoraba el 700 aniversario del inicio de la persecución contra la Orden.
Los documentos que sirvieron al Tribunal Papal para decidir la suerte de los templarios se encuentran en el Archivo Secreto del Vaticano, y se habĆan extraviado desde el siglo XVI, despuĆ©s de que un archivero los guardase en un lugar erróneo.
La investigadora italiana BĆ”rbara Frale los encontró en el aƱo 2001, y su estudio demostró que el Papa Clemente V al principio no quiso condenar a los templarios, aunque finalmente, cediendo a las presiones del rey de Francia Felipe IV, terminarĆa haciĆ©ndolo.
El Pergamino de Chinon, uno de los documentos del volumen āProcessus contra Templariosā presentado por la Santa Sede, corrige la leyenda negra sobre la Orden y muestra que todas las acusaciones fueron injurias de Felipe IV en beneficio propio.
A pesar de ello, y habida cuenta de que el Pergamino de Chinon es anterior a la fecha de las bulas papales de disolución de los templarios, quedó como una expresión de la conciencia personal del Papa. La postura oficial de la Iglesia es la de la disolución de la Orden.
El documento de Chinon data de agosto del aƱo 1308. Ese mismo mes, el Papa promulga la Bula āFacians Misericordiamā, por la que se devolvió a los inquisidores su jurisdicción.
En la segunda sesión del Concilio de Vienne, el tres de abril del aƱo 1312, se aprueba la Bula āVox in Excelsoā, emitida por el propio papa Clemente V, el veintidós de marzo del aƱo 1312, confirmada por la Bula āAd Providamā, de dos de mayo del aƱo 1312. En ambas se declara la disolución definitiva de la Orden.
Processus contra Templarios establece los siguientes acuerdos:
- El Papa Clemente V no estuvo convencido de la culpabilidad de la Orden del Temple.
- La Orden del Temple, su Gran Maestre, Jacques de Molay y el resto de los templarios arrestados, muchos posteriormente ajusticiados o quemados vivos, fueron luego absueltos por el pontĆfice.
- La Orden nunca fue condenada, sino disuelta, fijando la pena de excomunión a quien quisiera restablecerla.
- El Papa Clemente V no creyó en las acusaciones de herejĆa. Por ello, permitió recibir los sacramentos a los templarios ajusticiados. Sin embargo, fueron ajusticiados en la forma que la jurisdicción canónica establecĆa para los herejes relapsos [7].
- Clemente V negó las acusaciones de traición, herejĆa y sodomĆa con las que el rey de Francia acusó a los templarios. No obstante, convocó el Concilio de Vienne para confirmar dichas acusaciones.
- El proceso y martirio de templarios fue un sacrificio para evitar un cisma en la Iglesia católica, que no compartĆa gran parte de las acusaciones del rey de Francia, y muy especialmente de la Iglesia sa.
- Las acusaciones fueron falsas y las confesiones conseguidas bajo torturas.
A la vista de los documentos históricos cabe concluir que, aunque el Papa Clemente V intentara en su fuero interno evitar la condena a los templarios, su debilidad frente a Felipe IV de Francia hizo que continuara con el proceso de disolución de la Orden, que acaba en el aƱo 1312. Recojamos en este punto lo que la Bula āAd Providamā, que no ha sido al dĆa de hoy derogada, dice al respecto:
ā... Hace poco, Nos, hemos suprimido definitivamente y perpetuamente la Orden de la CaballerĆa del Templo de JerusalĆ©n a causa de los abominables, incluso impronunciables, hechos de su Maestre, hermanos y otras personas de la Orden en todas partes del mundo... Con la aprobación del sacro concilio, Nos, abolimos la constitución de la Orden, su hĆ”bito y nombre, no sin amargura en el corazón. Nos, hicimos esto no mediante sentencia definitiva, pues esto serĆa ilegal en conformidad con las inquisiciones y procesos seguidos, sino mediante orden o provisión apostólicaā. Fragmento de la bula Ad Providam.
EL NEGOCIO DE LA ORDEN
Cien aƱos mĆ”s tarde de su fundación oficial, la Orden era la organización mĆ”s grande de Occidente, en todos los sentidos, con mĆ”s de 9.000 encomiendas repartidas por toda Europa, unos 30.000 caballeros y sargentos, mĆ”s los siervos, escuderos, artesanos, campesinos, etcĆ©tera. PoseĆa mĆ”s de cincuenta castillos y fortalezas en Europa y Oriente Próximo, una flota propia anclada en puertos propios en el MediterrĆ”neo como Marsella y en La Rochelle en la costa atlĆ”ntica de Francia.
Todo este poder económico se articulaba en torno a dos instituciones caracterĆsticas de los templarios: la banca y la encomienda.
La banca templaria
Uno de los aspectos en los que la Orden destacó de manera extremadamente rÔpida y sobresaliente fue afianzar todo un sistema socioeconómico sin precedentes en la historia.
La dura tarea de llevar un frente en ultramar les hizo proveerse de una increĆble flota, una red de comercio fija, asĆ como de buen nĆŗmero de posesiones en Europa para mantener en pie un flujo de dinero constante que permitiera subsistir al ejĆ©rcito defensor en Tierra Santa.
A la hora de dar donaciones, la gente lo hacĆa de buena gana. Unos, por ganarse el cielo y otros, para quedar bien con la Orden. RecibĆa posesiones, bienes inmuebles, parcelas, tierras, tĆtulos, derechos, porcentajes en bienes, e incluso pueblos y villas enteras con sus correspondientes derechos y aranceles.
Muchos nobles europeos confiaron en ellos como guardianes de sus riquezas e incluso muchos templarios fueron usados como tesoreros reales. Fue el caso del reino francĆ©s, que dispuso de tesoreros templarios que tenĆan la obligación de personarse en las reuniones de palacio, en las que se debatiera el uso del Tesoro pĆŗblico.
Para mantener un flujo constante de dinero, la Orden tenĆa que tener garantĆas de que el capital no fuera usurpado o robado en sus desplazamientos. Con este fin, estableció en Francia una serie de redes de encomiendas, repartidas prĆ”cticamente por toda la geografĆa sa y que no distaban mĆ”s de un dĆa de viaje unas de otras. Se aseguraban de que los comerciantes durmieran siempre a resguardo bajo techo y garantizar siempre la seguridad de sus caminos.
No solo supieron crearse todo un sistema de mercado, sino que se convirtieron en los primeros banqueros desde la caĆda de Roma. Lo hicieron a sabiendas de la escasez de moneda en la vieja Europa y ofreciendo en sus negocios, intereses mĆ”s bajos que los ofrecidos por los mercaderes judĆos.
Crearon libros de cuentas como la contabilidad moderna, los pagarĆ©s e incluso la primera letra de cambio. Se realizaba el transporte de dinero en metĆ”lico por los caminos en esta Ć©poca, y la Orden dispuso de documentos acreditativos para poder recoger una cantidad anteriormente entregada en cualquier otra encomienda de la Orden. Solamente hacĆa falta la firma, o en su caso, el sello.
Las encomienda
Es un bien inmueble, territorial, localizado en determinado lugar, que se formaba gracias a donaciones y compras posteriores y a cuya cabeza se encontraba un preceptor. Por ejemplo a partir de un molino, los templarios compraban un bosque aledaƱo, luego unas tierras de labor, despuĆ©s adquirĆan los derechos sobre un pueblo, etcĆ©tera, y con todo ello formaban una encomienda, a manera de un feudo clĆ”sico. PodĆan formarse encomiendas reuniendo bajo un Ćŗnico preceptor varias donaciones mĆ”s o menos dispersas.
Su red de encomiendas derivó en toda una serie de redes de comercio a gran escala desde Inglaterra hasta Jerusalén, que ayudadas por una potente flota de barcos en el mar MediterrÔneo compitió con los mercaderes italianos sobre todo, de Génova y Venecia.
La gente confiaba en la Orden, sabĆa que sus donaciones y sus negocios estaban asegurados y por ello no dejaron nunca de tener clientela. Llegaron hasta el punto de hacer prĆ©stamos a los mismĆsimos reyes de Francia e Inglaterra.
El lema de la Orden era: āNo a nosotros, SeƱor, no a nosotros sino a Tu Nombre da la gloriaā.
SU PROCESO EN EL EDAD MODERNA Y CONTEMPORĆNEA
Un prestigioso mĆ©dico francĆ©s, Bernard Raymond FabrĆ©-Palaprat, con el apoyo de Napoleón Bonaparte, en el aƱo 1804, reactiva la āOrden de los Caballeros del Temploā que era la continuación de la orden medieval conocida hasta entonces como āOrden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomónā.
Sostiene el citado mĆ©dico que la Orden nunca dejó de existir, a pesar de su disolución en el siglo XIV. Esta disolución, fue valorada solo como una suspensión despuĆ©s de las aportaciones del Pergamino de Chinón rescatado por la invetigadora BĆ”rbara Frale, y que habĆa sido dictada por el Papa Clemente V en el aƱo 1312 con la Bula āVox in excelsoā.
Como prueba de la continuidad de la Orden a lo largo de los siglos a pesar de su suspensión, Fabré-Palaprat aporta la controvertida Carta de Transmisión de Juan Larmenius.
Este documento acredita que los veinticuatro Grandes Maestros que asumieron este cargo despuĆ©s de que Jacques de Molay, Ćŗltimo gran maestro medieval, fuera quemado en la hoguera en ParĆs en el aƱo 1314. Esta supuesta lista de grandes maestros contenida en la Carta y firmada por cada uno de ellos de puƱo y letra, llega hasta el propio FabrĆ©-Palaprat, Ćŗltimo firmante del documento.
Según este documento, la Orden es sacada de la clandestinidad a la que la obligaron las persecuciones de Papas y reyes por casi toda Europa, en el año 1705. Felipe, duque de Chartres y de Orleans, nieto de Luis XIII El Justo y mÔs tarde regente de Francia, es elegido Gran Maestro en un convento general celebrado en Versalles ese año y publica unos nuevos estatutos para la Orden.
La Carta de Transmisión, en el formato que la conocemos, es considerada por la mayorĆa de los historiadores como una falsificación, realizada probablemente en el siglo XVIII.
En lo que no se estÔ tan de acuerdo es en la valoración de su contenido. No hay en absoluto acuerdo sobre si la Orden del Templo, como sostiene Fabré Palaprat, a pesar de la suspensión papal, siguió teniendo vida, aunque oculta, guiada por los Maestres que firman sucesivamente este documento de la Transmisión.
SĆ que es cierto que a partir del aƱo 1804, con lo que algunos denominan la reinstauración de la Orden, otros prefieren llamarla neotemplarismo, hay una continuidad hasta nuestros dĆas en la historia del Temple.
La SecretarĆa Internacional Templaria, con sede en BĆ©lgica en el aƱo 1931, decide revitalizar la Orden. Para ello, y recogiendo el espĆritu de lo que creen que tiene que ser la institución en la modernidad, da un primer paso que es cambiar su denominación, llamĆ”ndose a partir de ese momento Orden Soberana Militar del Templo de JerusalĆ©n.
Inmediatamente eligen como prĆncipe regente (tĆtulo que no existĆa en la Orden) a Isaac Vandenberg, quien posteriormente asumirĆ” tambiĆ©n el tĆtulo de la Orden de Gran Maestre.
Existen reconocidos por la Iglesia católica como Asociaciones Privadas de Fieles varios grupos que siguen las Reglas de San Bernardo de Claraval, adaptadas a los tiempos Modernos y segĆŗn el Derecho Canónico y han publicado sus Estatutos que han obtenido Decretos que los convierten en personas jurĆdicas EclesiĆ”sticas.
En Italia estÔn las Asociaciones Privadas Militia Templi y Templari Cattolici d'italia, y en España la Orden de los pobres Caballeros de Cristo. Estos grupos de templarios señalan el camino que se debe seguir en la búsqueda de la rehabilitación Pontificia.
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[1] Contribución económica que se da a los fieles de la iglesia católica de todo el mundo para el sostenimiento del Vaticano, llamado también óbolo de San Pedro.
[2] El diezmo EclesiĆ”stico era la parte de los frutos, regularmente la dĆ©cima, que pagaban los fieles a la Iglesia. El diezmo Real lo constituĆa el diez por ciento que habĆa de pagarse al rey sobre el valor de las mercaderĆas que se traficaban y llegaban a los puertos, o entraban y pasaban de un reino a otro.
[3] Era un impuesto que pagaban los reyes de taifas entre los aƱos1031ā1492 a los reyes cristianos, principalmente al Reino de León creador de estos impuestos, para que no les atacasen y para que fuesen protegidos de los propios enfrentamientos que se producĆan entre los reinos taifas o de los ataques de otros reinos cristianos.
[4] Fueron pequeños reinos en los que se dividió el califato de Córdoba a partir de la Revolución Cordobesa que depuso al califa Hisham II en el año 1009; aunque el califato no desapareció en ese momento.
[5] Fue uno de los mĆ”s poderosos de la Europa Medieval, por mĆ”s de medio siglo y durante su existencia. Estuvo a punto de hacer desaparecer a Francia como nación. IncreĆble en tamaƱo para los patrones de la Ć©poca, aunque era menor que el Sacro Imperio, tenĆa un gobierno mĆ”s centralizado.
[6] Es un documento histórico, publicado por Ćtienne Baluze durante el siglo XVII, en la obra āLa Vida de los Papas de Avignonā. Este documento se volvió famoso recientemente por el descubrimiento de la Doctora Barbara Frale, de que el Papa Clemente V tuvo la intención de absolver al Ćŗltimo Gran Maestre Jacques de Molay, y los demĆ”s lĆderes de los Caballeros Templarios, en el aƱo 1308, de las acusaciones hechas por la Inquisición.
[7] Se llama relapso al hereje que recae en el error del que habĆa abjurado. La Iglesia concede con mĆ”s dificultad absolución a los relapsos que a los que no cayeron mĆ”s que una vez en la herejĆa. Exige de los primeros mayores y mĆ”s largas pruebas que de los segundos porque teme, con razón, que profanen los sacramentos si les permite recibirlos. En los paĆses donde habĆa inquisición, los herejes relapsos eran condenados a la hoguera y, en los primeros siglos, los idólatras relapsos eran excluidos para siempre de la sociedad de los cristianos.