
Mi optimismo estĆ” basado en la certeza de que esta civilización estĆ” por derrumbarse. Mi pesimismo, en todo lo que hace por arrastrarnos en su caĆda.
Hace un par de dĆas salió una noticia (a mi parecer no tan sorprendente como parece) que refleja el nĆŗmero de personas que ejercen la āesclavitud modernaā segĆŗn el āGlobal Slavery Indexā realizado por la Fundación Walk Free. En este sentido Marruecos ocupa el puesto 93 de 162 paises, con 50.000 personas consideradas esclavas modernas. En un primer momento, el optimista trĆ”gico dirĆa que teniendo en cuenta el resto de paĆses de nuestro entorno (Mauritania encabeza la lista con 150.000, Algeria nuestro vecino mĆ”s cercano cuenta con 70000 esclavos modernos) no estamos mal posicionados. Pero una pesimista esperanzadora como yo, dirĆa que en Marruecos la esclavitud encubierta supera los datos expuestos por la Fundación Walk Free, siendo la humillación uno de los principales actores de relación social entre unos otros, principalmente enfrentando los de arriba contra los de abajo. Antes, el esclavo en Marruecos prevenĆa del Ć”frica negra. Los libros de historia de Marruecos albergan entre sus pĆ”ginas miles de relatos al respecto. Dicen que el sultĆ”n Moulay Ismail (1672-1727) contaba con un ejĆ©rcito de 150.000 esclavos negros (Abid Al Bawajir) con los que combatió victoriosamente contra los turcos en varias campaƱas hasta 1696. No contentĆ”ndose con esto, luchó con su ejĆ©rcito negro y recuperó Mamura de los espaƱoles en 1681 y TĆ”nger de los ingleses (que la habĆan recibido de los portugueses) en 1684. La cuestión de la esclavitud se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, puesto que la guardia real fue durante mucho tiempo guardia negra (remontĆ”ndose al aƱo 1088 creada por el sultĆ”n almorĆ”vide Yusef Ibn Tasufin). Hoy los esclavos marroquĆes ya no se diferencian por el color de piel. NiƱos trabajando, mujeres obligadas a casarse en contra de su voluntad, seƱoras de limpieza que viven explotadas (sin sueldo a cambio de un techo y comida) y un largo etcĆ©tera.
ĀæHay que combatir todo esto? Por supuesto, y primero y antes que nada se deberĆa concienciar a los ciudadanos sobre estas prĆ”cticas, que en muchas casos pasan por ser hechos cotidianos que se han ido normalizando a lo largo de los aƱos (siglos, mas bien). No obstante combatir la esclavitud sin tener en cuenta otros factores serĆa inĆŗtil. Y uno de los mĆ”s importantes es el de la educación. Mi paĆs (a menudo calificado de paĆs de contrastes, por su diversidad cultural y turĆstica) cuenta actualmente con una tasa media del 45% de analfabetismo. Si bien en tĆ©rminos económicos es considerado un paĆs emergente (he aquĆ los verdaderos contrastes). En los medios rurales la tasa de analfabetismo ronda el 60%, y en el caso de las mujeres un poco mĆ”s. ĀæY quĆ© tiene que ver la educación? Ya lo decĆan los libertadores latinoamericanos⦠un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción. El que no lee, no sabe. El que no sabe no conoce sus derechos. El que no conoce sus derechos no los puede reclamar. Y el que no los puede reclamar vive en la ceguera absoluta normalizando cualquier tipo de desigualdad, humillación, sometimiento, opresión⦠Y esa es la situación por la que pasan miles de marroquĆes. Viven desconociendo su capacidad de rebelarse contra un sistema que no les tiene en cuenta, que no vela por el interĆ©s general de todos y todas. Y aquellos que conociendo su agravio no se levantan por miedo y a perderlo todo, son a mi parecer, los peor parados. Los mĆ”s infelices.
¿Qué podemos hacer? Denunciar cualquier tipo de servidumbre, trabajo forzoso de niños, explotación, trata de personas, matrimonios forzosos etc. Pero no seamos ingenuos tampoco. Denunciar no basta, lo que hay que hacer es crear las condiciones para que todos y todas tengan a una educación que les enseñe a pensar (y no a obedecer), y que puedan organizarse y defender colectivamente un futuro mejor. Agarrar su destino con sus propias manos.
La pobreza y la corrupción es otro de los males/factores que inciden directamente en la proliferación de este tipo de esclavitud. SegĆŗn Transparency International Marruecos ocupa el puesto 88, por detrĆ”s de paĆses como Burkina Faso, Kuwait o Jordania. Tanto la pobreza como la corrupción son dos problemas estructurales, que ningĆŗn gobierno a lo largo de estos 50 aƱos de independencia ha podido tratar eficazmente. Un sistema que se retroalimenta a base de esas prĆ”cticas es difĆcil lograr desprenderse de ellas.
ĀæInteresa acabar con la pobreza y la corrupción? Una vez hablando con un policĆa (con el que tenĆa cierta confianza) me contó que la cuestión de la corrupción alimenta a todo el sistema, y no en sentido figurado, sino que realmente a un policĆa (de trĆ”fico por ejemplo) si tuviese que sobrevivir sólo con su sueldo de funcionario pĆŗblico no podrĆa sustentar a su familia. Me pareció un argumento muy mezquino por su parte pero dĆ”ndole una vuelta me di cuenta que el propio sistema te crea unas condiciones favorables para el desarrollo de estas prĆ”cticas deleznables. ĀæNo serĆa mejor pagarle bien a un funcionario pĆŗblico y castigarle en caso de ser corrupto?
Y volviendo al tema de la esclavitud moderna, he de decir que nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido tantos avances tecnológicos, en tĆ©rminos cientĆficos, culturales, cognoscitivos, antropológicos. Y sin embargo, nunca antes el hombre ha estado tan subordinado al capital (como factor económico) como lo estĆ” el hombre del siglo XXI. La sociedad se ha ido mercantilizando poco a poco. Los esclavos modernos son conformistas, sólo piensan en el corto plazo (auge del individualismo) desconocen la rebelión, que deberĆa ser la Ćŗnica reacción legitima de los explotados. Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia, la resignación y la frustración son la fuente de su desgracia, son el pan que sacia su hambre.
ĀæQuĆ© nos queda? Mostrar la realidad tal y como es e intentar cada uno desde su espacio (casa, familia, barrio, colegios y universidades, ciudad..) cambiar esta situación. Darse cuenta de ello, hacer un diagnostico crĆtico y certero es el primer paso. Actuar serĆa el segundo.