
La inesperada creación de un Califato integrista en Oriente Medio asĆ como la inusitada violencia que practica, han provocado una ola de temor en las principales capitales europeas. Estos partidarios de la versión mĆ”s intransigente del Islam, estĆ”n comprometiendo la seguridad de Occidente tanto desde un punto de vista polĆtico como económico.
Permitimos que la guerra civil siria se enquistarĆ” hasta desembocar en lo que hoy conocemos como Estado IslĆ”mico de Irak y Levante (EIIL), una nueva generación de yihadistas con una hoja de ruta similar a la de Al-Qaeda. Este nuevo movimiento viene a sumarse a otros ya conocidos como Bokko Haram en Nigeria, Al-Shabab en Somalia o Al-Qaeda del Magreb IslĆ”mico en Argelia. Su entrada en el escenario internacional ha cambiado radicalmente nuestros puntos de vista. Bashar Al-Assad se ha convertido en una amistad valiosa, mientras que la ayuda militar a los rebeldes queda prĆ”cticamente descartada a excepción del kurdistĆ”n iraquĆ. La proliferación de estos grupos en zonas con abundantes recursos naturales no es en absoluto casual. Su Ć©xito militar podrĆa comprometer el suministro de materias primas a Europa, e incluso arrebatar mercados en beneficio de otros compradores como China. Afortunadamente no disponen ni de la fuerza ni de la capacidad organizativa para lograrlo, pero no debemos bajar la guardia. Fue este el principal motivo que llevó a Francia a intervenir en el Sahel, ya que su economĆa necesita tanto el uranio maliense y como el gas argelino.
Sin embargo las repercusiones del yihadismo no terminan aquĆ, su ejemplo ha vuelto a movilizar un creciente nĆŗmero de voluntarios incluso en la UE. SegĆŗn cifras oficiales habrĆa unos 2400 ciudadanos europeos luchando con los radicales, un 80% de ellos al servicio del mismĆsimo Estado IslĆ”mico. Ante esta circunstancia siete paĆses de la Unión han formado un grupo de emergencia para diseƱar medidas que contrarresten esta peligrosa tendencia: Francia, Gran BretaƱa, Alemania, BĆ©lgica, Holanda, Dinamarca y EspaƱa. Propuestas como el endurecimiento de la ley, tener a listados de pasajeros de vuelos comerciales, retirar pasaportes o negar la reentrada en el paĆs de origen, se han puesto sobre la mesa para neutralizar tanto la salida como el regreso de estos combatientes. Tampoco Rusia es del todo ajena a esta amenaza, ya que la relativa proximidad del Caucaso a la zona de conflicto y la naturaleza islamista del nacionalismo checheno, podrĆa provocar la reactivación del terrorismo en la región. Conscientes de ello, las autoridades federales comenzaron a suministrar armamento al ejĆ©rcito iraquĆ desde junio, apoyando decididamente la lucha contra el EIIL. Los rusos tambiĆ©n han tenido su 11M particular, como el teatro Dubrovka de MoscĆŗ o la escuela de enseƱanza secundaria NĆŗmero Uno de BeslĆ”n.
No obstante la cuestión que a todos nos inquieta es si bastarĆ” con la opción alemana de enviar equipamiento militar, o habrĆ” que volver a mandar tropas terrestres a Irak. No podemos ignorar los devastadores efectos de la invasión anglo-americana de 2003, pero si las tropas locales son incapaces de revertir la situación a corto o medio plazo, tendremos que replantear nuestras opciones. Conviene recordar que para conquistar Faluya a la insurgencia sunĆ en 2004, los marines de los Estados Unidos necesitaron dos largos y sangrientos meses. ĀæPodrĆ” el ejĆ©rcito IraquĆ desalojar sin ayuda ciudades como Mosul, Qaraqosh, Tikrit, o la propia Faluya? Y de no ser asĆ ĀæPodrĆ” la economĆa europea costear una segunda invasión? En este indeseable supuesto volverĆamos a contar muy seguramente con la negativa rusa, cuyo objetivo serĆa evitar que Occidente vuelva a tomar las riendas de Oriente Medio. Para lograrlo apostarĆa por incrementar el peso polĆtico y militar de IrĆ”n, todo un verdadero revĆ©s para quienes han criticado duramente los riesgos de su programa nuclear.
El Ćŗltimo de los aspectos que debemos afrontar en nuestra lucha con el yihadismo, es de naturaleza social. El rechazo que sentimos ante las repetidas violaciones de los Derechos Humanos por parte del EIIL, no puede ni debe conducirnos a un brote de islamofobia. La crisis ha provocado la aparición de partidos xenófobos en todo el continente, dispuestos a utilizar cualquier estereotipo racial o cultural en su propio beneficio. A ello debemos aƱadir que la convivencia en ciertas ocasiones no ha sido fĆ”cil, basta recordar los salvajes incendios de mezquitas e iglesias en Holanda a finales de 2004. Precisamente por ello debemos estar vigilantes y no repetir tan luctuosos acontecimientos. Otro de los puntos esenciales es conocer el alcance de las medidas que puedan tomarse en Bruselas. Ćstas deben adaptarse a los mĆ”s elementales principios de justicia y equidad, sin lesionar derechos fundamentales. AsĆ pues debemos evitar caer en el discurso del miedo y aceptar acrĆticamente cualquier iniciativa que suponga un paso atrĆ”s en nuestro sistema de libertades. Ganar la batalla moral al terrorismo es tan importante como derrotar a las milicias de Abu Bakr al-Baghdadi en el campo batalla... ĀæSabremos reaccionar adecuadamente ante este enorme reto?